Agroecological Consumption as
Activism: Fair of the Faculty of Agronomy of the City of Buenos Aires
*Doctor en Ciencias Sociales y
Humanidades por la Universidad Nacional de Quilmes, Investigador del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro de
Estudios de la Argentina Rural (CEAR-UNQ). E-mail jmuzlera@gmail.com
Recebido: 01/05/2020; Aprovado: 07/09/2020
Resumen:
En
la Feria del Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la
Universidad de Buenos Aires, con el objetivo de describir el perfil de los
consumidores de alimentos agroecológicos y comprender sus motivaciones, se
realizaron 21 entrevistas semiestructuradas y una encuesta realizada a 234 personas.
En este artículo, se presentan los rasgos principales de los consumidores. Como
conclusión más destacada, se muestra que quienes adquieren estos alimentos son
personas de clase media urbana, con un nivel de educación formal superior a la media
y que el consumo está motivado no sólo por asociarlos a una vida más saludable y
una mejor calidad de vida sino porque ven en esta práctica una acción política
y solidaria.
Palabras clave:Consumo alimentos; Identidades; Agroecología;
Soberanía alimentaria; Acción política
Abstract: In order to
describe the profile of consumers of agro-ecological
foods and understand their motivations, we carried out 21 semi-structured
interviews and a survey of 234 people at the Producer-to-Consumer Fair at the
School of Agronomy of the University of Buenos Aires. In this article, the main
features of the consumers are presented. The most important conclusion is that
those who buy these foods are people from the urban middle class, with a higher
than average level of formal education, and that consumption is motivated not
only by associating them with a healthier life and a better quality of life,
but also because they see in this practice a political and solidarity action.
Key
words: Food
consumption; Identities; Agro-ecology; Food
sovereignty; Political action
El pasado siglo XX fue un período de consumo de masas.
Esa sociedad, caracterizada, caracterizada por sus altos niveles de
manufacturas industrializadas y estandarizadas, -aunque aún hegemónica- está comenzando
a desaparecer. Este tipo de consumo masivo fue el elemento distintivo de un modelo
de integración y bienestar social asociado a una clase media masiva anónima y
en expansión. El modelo emergente de este s. XXI es más flexible, con nichos de
consumidores segmentados y una racionalidad que promueve la diferenciación en
el consumo. La tendencia creciente es que los consumidores buscan ser parte de
minorías exclusivas. Esta exclusividad, en algunos casos, no implica estatus
sino simplemente diferenciación, una distinción como quien lleva una insignia. Si
bien este modelo, en la producción-consumo de alimentos está muy lejos de imponerse
está ganando terreno a un ritmo sostenido (ENRIQUE ALONSO, 2017; OREGGIONI; CARÁMBULA,
2019).
Las prácticas de consumo
son —al mismo
tiempo— prácticas simbólicas y materiales (ENRIQUE ALONSO, 2019) El
consumo de alimentos agroecológicos responde a motivaciones asociadas a las
propiedades fisco-sanitarias de los mismos, como lo muestran los trabajos para el
caso de Ecuador (VASCO et al., 2017), o a motivaciones ideológicas como se ven en
el trabajo de Espelt et al. (2018), para el caso español
o como los consumidores de nuestra investigación.
En los últimos
tiempos, distintos grupos sociales plantean cuestionamientos frente a la
mercantilización de la vida, a formas de producción que destruyen la naturaleza
y que suponen condiciones de trabajo precarias para los productores, así como la
oposición a formas de distribución e intercambio que hacen perder la cercanía
entre quienes producen y quienes consumen. Las ferias del productor al
consumidor, como la de este estudio, son un ejemplo concreto de esto (KARAGEUZIÁN,
2019).
Para los consumidores
de agroecológicos de la Feria de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos
Aires, este consumo -si bien persiguen el objetivo de una alimentación más saludable-
está íntimamente asociado a una visión política de lo que representan estos alimentos.
Para quienes asisten a la Feria de Agronomía comprar estos alimentos es un acto
de militancia político por fuera de las banderas partidarias. Este consumo como
militancia, se enmarca un proceso general -más o menos común- a toda América
Latina de comienzos del s. XXI que, como señalaba Svampa
(2010: 41), implica una “(re)apropiación del espacio público como lugar privilegiado
del antagonismo político y del reclamo en términos de derechos, nuevo ethos
militante, esto es, un conjunto de orientaciones políticas e ideológicas que se
expresan a través de diferentes modelos de militancia”.
El consumo de alimentos
agroecológicos, además de estar motivado en tanto acercamiento a una
alimentación más segura y saludable es una acción política (ESPELT et al., 2018;
VASCO et al., 2019). Participar de estos circuitos de comercialización
asociados a una economía social y solidaria es una militancia consciente en
contra de un modelo de producción y consumo hegemónico basado en las lógicas
del mercado (CORAGGIO, 2014; PÉREZ NEIRA; SOLER MONTIEL, 2013)
Estas motivaciones
complementarias a “comer más sano” se encuentran ya en las diferencias conceptuales
que implican las denominaciones de productos materialmente similares, los
“orgánicos” y los “agroecológicos”. Ambos términos refieren a alimentos limpios
de químicos sintetizados en laboratorios durante el proceso productivo, pero no
son lo mismo; de hecho, suele haber cierto desdén desde el “mundo de los
agroecológicos” a todo lo vinculado a “lo orgánico”. Se llaman orgánicos a
productos agropecuarios que se producen según protocolos –con homologaciones
internaciones- de empresas privadas. Estas certifican que en el proceso productivo
no se utilizan determinadas sustancias que están prohibidas en dichas normas porque
representan niveles de peligrosidad para medioambiente y consumidores. Las normas
de certificación orgánica -discursivamente- hacen hincapié en la seguridad del
consumidor y del medio ambiente. Contemplan la aplicación de agroquímicos -si no
están prohibidos por las reglamentaciones- como hormonas, sales minerales,
promotores de floración, aminoácidos, extractos vegetales, etc. Los productos
orgánicos suelen ser bastante más caros que los de producción convencional y
están producidos bajo una lógica netamente capitalista para un público de un
poder adquisitivo alto. La ganancia monetaria es el móvil principal de este tipo
de producción (ARGENCERT, 2020; ECOPORTAL, 2020; VELÁZQUEZ MUÑOZ, 2019).
Los productos agroecológicos
están producidos bajo una lógica distinta. La producción agroecológica tiene
una perspectiva mucho más amplia sobre los procesos productivos tanto socioeconómicos
como ecosistémicos, pero no responde a protocolos escritos, estandarizados ni
rígidos y -por el momento- no se atan a certificaciones formales (más allá de algunos
ensayos multisectoriales entre grupos de productores, consumidores y universidades).
La agroecología plantea la producción agropecuaria a partir del diálogo de
saberes entre la academia y el campesinado (los campesinos tienen un sistema de
producción que no se basa en la explotación de mano de obra asalariada). La
agroecología es eminentemente local; no puede dictarse universalmente un
reglamento para el cultivo agroecológico (ANDRADE ORTIZ; FLORES, 2008; ARGENCERT,
2020; ECOPORTAL, 2020). Consumir alimentos agroecológicos es apoyar una
propuesta de producción-consumo alternativa basada lógicas productivas
sostenidas en valores como el comercio justo, sostenibilidad social y
ambiental, que lucha contra la explotación de mano de obra y que no utiliza
agroquímicos en su producción. Para este tipo de circuito el lucro monetario es
más una condición que un objetivo (KARAGEUZIÁN, 2019; OREGGIONI; CARÁMBULA,
2019).
En este marco contextual
nuestra investigación aporta datos que permiten complejizar el conocimiento en este
campo. El objetivo principal de este trabajo es describir y comprender el
consumo de alimentos agroecológicos en la Feria del Productor al Consumidor en
la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. En particular nos
planteamos describir el perfil socioeconómico e identitario de los consumidores
y explorar la identidad política como factor explicativo de este tipo de consumo.
MATERIAL Y MÉTODOS
Entre octubre de 2018
y abril de 2019, se realizaron 21 entrevistas semi estructuradas a consumidores
y productores de productos agroecológicos. 14 fueron realizadas a consumidores,
5 a vendedores/distribuidores y 2 a miembros de un grupo que se dedica a
asesorar a productores, promover el consumo y colaborar con la organización de la
Feria del Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la Universidad
de Buenos Aires. A estos últimos dos entrevistados, que funcionaron como
informantes claves, se los contactó por canales distintos. A uno de ellos lo
conocí en unas jornadas académicas y a la otra en una actividad que no estaba
vinculada con la agroecología. A una cooperativa de distribución se la contactó
por Internet y se realizó la entrevista en el local de venta y logística. A los
otros cuatro vendedores-productores los conocí y los entrevisté en la Feria del
Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos
Aires y a los consumidores, lo mismo.
En las entrevistas,
se indagó sobre las trayectorias personales que los habían llevado a su
relación actual con los productos agroecológicos, las motivaciones percibidas para
ello, el tipo de productos que consumían y/o comercializaban y las modalidades
de comercialización y consumo. La utilización de estas entrevistas,
principalmente, fue para comprender las lógicas de producción, venta y consumo
y a partir de allí poder construir la encuesta administrada a los consumidores.
Finalizadas las entrevistas
se elaboró un primer formulario de encuestas con el que se realizó una prueba
piloto con 15 casos. A partir de esa piloto, cuyos resultados fueron
descartados, se construyó la encuesta definitiva, con 21 preguntas y una
duración aproximada de 8 minutos.
Entre abril y julio
de 2019, se realizó en La Feria del Productor al Consumidor en la Facultad de
Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, una encuesta a 234 consumidores. Los
datos fueron relevaos por 6 encuestadores (3 varones y 3 mujeres) según el
siguiente muestreo: se seleccionaba la 3ra persona de cada fila (en los puestos
que vendían fruta y verdura agroecológica) y en caso de que esta no aceptase
responder se pasaba a la 4ta y así sucesivamente (de cualquier modo, fueron excepcionales
los casos que no estuvieron dispuestos a responder). Casi siempre había una
tercera persona en la fila y el tiempo en que se demoraba en atender a las dos
de adelante daba tiempo para hacer las preguntas. Las respuestas se cargaban
desde los dispositivos del entrevistador al sitio de Survey
Monkey.
La Feria, que es el
modo en que puesteros y consumidores refieren a La Feria de productos agroecológicos
de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, se realiza, al
aire libre, en el predio de la Facultad de Agronomía de la UBA los segundos sábados y
domingos de cada mes. Si bien nació como una feria donde productores de alimentos
agroecológicos vendían directamente el público sus productos, hoy existen
muchos puestos que no son de alimentos.
Los organizadores
estiman que La Feria es visitada por entre 8.000 y 10.000 personas cada vez y
que entre el 5% y el 10% de los visitantes consumen en los puestos que vende
alimentos agroecológicos. Eso da entre 400 y 1.000 consumidores. Siendo así (y
suponiendo una distribución normal y una muestra realizada al azar) estaríamos
trabajando, en el mejor de los casos con un nivel de confianza del 99% y un
margen de error del 5% y en el peor de los casos con un 92% de confianza y un
margen de error del 5%.
La encuesta contó con
5 secciones. La primera relevó información general acerca del consumo (hace cuánto
consumía alimentos agroecológicos, qué alimentos consumía y si el consumo era selectivo
o en bolsones). La segunda preguntaba acerca de estímulos conscientes,
frecuencia de compra, tipo de lugares donde suele adquirir estos productos
(además de en La Feria), cómo conoció el lugar, si adquiría sólo para su hogar
o si era una compra colectiva. La tercera sección indagaba acerca de los desplazamientos
y tiempo invertido para llegar a La Feria (medio de transporte, lugar de residencia
y tiempo empleado). La cuarta, preguntaba sobre sexo, edad, nivel educativo y actividad
principal, si era o no propietario de la vivienda y dimensiones del hogar. La
última pregunta fue acerca de la identidad política; puntualmente: “¿Políticamente
cómo se definiría?”. En este caso, podían contestar por más de una opción entre:
Peronista, apolítico, kirchnerista, radical, simpatizante del pro, progresista,
liberal, izquierda, centro izquierda, derecha, centro derecha y otro. Estas
opciones fueron presentadas en orden aleatorio y ante cada una de ella debía
contestar por sí o por no. Con posterioridad, para el procesamiento, se agruparon
las categorías de esta variable en dos categorías excluyendo en la
recategorización binaria a los que contestaron “apolítico” u “otra”. Este recategorización
se realizó dos veces, en una a los que contestaron “radical” se los incluía en
el grupo con “derecha, centro derecha, pro y liberales” y en la otra en el
grupo que incluía “peronista, kirchnerista, progresista, izquierda y centro
izquierda” Este doble tratamiento obedece a que “tradicionalmente” el partido
Radical es un partido de clases medias y su último gran líder y presidente de
la Nación, Raúl Alfonsín (así como muchos de los actuales afiliados) tienen un
origen político en el socialismo y la social democracia, pero durante el 2019
integraban la coalición gobernante, la Alianza Cambiemos, identificada con la
centro derecha. El análisis estadístico de los datos se realizó mediante en software
libre PSPP (GNU PSPP, 2013).
El primer esbozo de
construcción del perfil de los consumidores de agroecológicos de nuestro
universo es a partir de variables sociodemográficas clásicas, sexo, edad, nivel
educativo y una aproximación al nivel de ingresos.
Una primera
aclaración es que, al menos en La Feria, los consumidores eran personas físicas
que compraban para ellos y sus familias -no como en España u Uruguay donde el
consumo de agroecológicos a menudo se da forma colectiva y organizada (KARAGEUZIÁN,
2019; OREGGIONI; CARÁMBULA, 2019).
Según datos del Censo
Nacional de Población y Vivienda de 2010, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
el 53% de la población son mujeres. Entre los encuestados (elegidos al azar) el
70% son mujeres, 28% declararon ser hombres y 2% otros. Esto deja ver que, con respecto
a la población de la ciudad, es mayor la proporción de mujeres que de hombres la
que toma a su cargo la tarea de adquirir este tipo de alimentos. El púbico de la
Feria del Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la Universidad
de Buenos Aires en promedio tenían 40,13 años. y el 50% eran de entre 31 y 48
años. Proporciones similares al universo de la ciudad de Buenos Aires.
La percepción de los consumidores, acerca de si los alimentos comercializados
en La Feria son más caros o más
baratos que sus homónimos no
agroecológicos, no es homogénea. En la encuesta, había una serie de afirmaciones
acerca de las desventajas de adquirir esto alimentos (son más caros, no los venden
cerca de mi hogar, los bolsones implican mucho desperdicio, visualmente no son atractivos)
y los encuestados debían decidirse sobre cada una si para ellos: a) no era un
problema en absoluto, b) era un problema pero no era decisivo, c) si era un gran
problema o d) si no acordaban con esa afirmación. Ante la proposición que los
agroecológicos son muy caros, 13,9% contestó que no era un problema en absoluto,
43,0% que era un problema no decisivo; 11,3% que era un gran problema y 31,7%
que no acordaban con esa afirmación.
Según la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH) de 2018, el 53,4% de los hogares de CABA son
propietarios de la vivienda en la que viven. En nuestra muestra, el 47,7% son
propietarios de la vivienda en la que habitan.
Si observamos la
tabla 1, el nivel educativo, según la edad en comparación con la media de la Ciudad
de Buenos Aires, los consumidores de la Feria del Productor al Consumidor en la
Facultad de Agronomía poseen un mayor nivel de educación formal que la media de
CABA. Esta diferencia es mayor entre los sectores de mayor edad. En la franja de
65 años y más la diferencia es del 34,6% a favor de los consumidores de la feria;
en la franja etaria que va entre los 30 y los 64 años la diferencia entre los que
tienen un nivel educativo de secundario completo o más es del 20,1%. Entre los más
jóvenes esta diferencia es del 12,3%.
Tabla
1. Comparación del nivel educativo (secundario completo o más) entre los consumidores
y los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires |
||
|
Ciudad de Bs. As. |
Consumidores de la Feria |
25 a 29 años |
86,5% |
97,1% |
30 a 64 años |
81,7% |
98,8% |
65 y más |
65,1% |
87,6% |
A los datos de la tabla
1 es interesante agregarles que el 12,2% de nuestra muestra declara tener un
nivel educativo de posgrado completo y el 45,9% han completado una carrera
universitaria.
Comienza así a de
delinearse un primer perfil de consumidores. La gente que compra en la Feria
del Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la Universidad de
Buenos Aires, comparada con la población de la ciudad de CABA (de entre 20 y 75
años) posee nivel educativo superior a la media, un poco menos de poder adquisitivo
(al menos son propietarios de su vivienda en un menor porcentaje), son más mujeres
que hombres respecto a la población de CABA y no habría mayores diferencias
respecto a la edad en comparación a la edad de los habitantes de la ciudad.
Al observar el tiempo
invertido en movilizarse, usualmente, la mitad de los compradores de la feria viven
a menos de 15 minutos de ella. Y en promedio, los entrevistados, se desplazan
24´ para llegar desde sus hogares. La mayoría va en auto (44,9%); el 32,1% va
en colectivo; los siguen en proporción los que viajan en bicicleta (26,1%);
10,7% en tren; 7,7% en subte; 1,7% en taxi y 0,4% en colectivo (La sumatoria de
estos porcentajes es mayor al 100% porque hay algunos de ellos que viajan en
colectivo y tren u otros que van en bicicleta cuando el clima es propicio y de
otra manera cuando no lo es).
Un conjunto de
mercancías en propiedad de alguien es un modo de presentación ante otros, un
acto de comunicación y presentación en público es una manifestación de la
jerarquía de valores de su poseedor. Las personas comunican no sólo a través
del lenguaje oral o escrito sino también a través, de su mirada, sus gestos y
sus consumos (LÓPEZ de AYALA, 2004). Douglas y Isherwood
(1990:26) afirman que las mercancías deben apreciarse en el modo en que son
utilizadas para conformar un universo inteligible para poder comprender su
significado (independientemente de si son o no estimadas). El uso de las
mercancías es social y en tanto acto comunicativo y constructor de identidades
puede ser utilizado como muralla o como puente ante distintos o similares.
Las prácticas de consumo,
en tanto están originadas en los habitus (BOURDIEU,
2010), se despliegan como estrategias. Responden a saberes prácticos naturalizados,
en parte, consientes, pero no analizados ni deconstruidos. Parte de los motivos
de adquisición y consumo de un producto son de fácil registro por parte de
quienes lo compran, pero algunas motivaciones están menos claras por su nivel de
naturalización y automatización. Por lo tanto, para este análisis, estas motivaciones
pueden pensarse en dos grandes grupos: uno con un objetivo más material y el otro
con un fin identitario, político y de comunicación.
Indagando acerca de
los inconvenientes para consumir agroecológicos se les presentó a los
encuestados una serie de afirmaciones acerca de las cuales tenían que contestar
“no es un problema en absoluto”, “es un problema, pero no es decisivo” “absolutamente”
o “No concuerdo con esa afirmación”.
Respecto a que “no
los venden cerca del hogar” el 15,9% respondió que no es un problema en absoluto,
el 44,0% que es un problema, pero no decisivo, 30,2 absolutamente y 9,9% que no
concordaban con esa afirmación. Desprendiéndose de acá que
-en líneas generales- no realizan un gran esfuerzo en trasladarse desde su domicilio
a la feria. Frente a la afirmación de que “no resulta comprar bolsones porque
se desperdicia mucho” el 20,8% dijo que no es un problema en absoluto, 28,1%
que es un problema no decisivo, 24,2% absolutamente y 26,8% que no concuerda con
esa afirmación. Cuando debieron que pronunciarse acerca de “suelo encontrar
mercadería en mal estado” el 61,3% no concordó con la afirmación, 21,7% dijo
que no era un problema en absoluto, 14,3% que era un problema, pero no era
decisivo, y sólo el 2,6% contestó absolutamente. Se desprende
de este ítem -que a los ojos de los consumidores- el estado de conservación de los
alimentos es bueno. Respecto a “los bolsones no tienen lo que espero” el
40,9% estuvo absolutamente de acuerdo, 22,7% que no era un problema decisivo,
18,2% que no era un problema en absoluto y 18,2% no concordaban con esta
afirmación.
Se les presentó
también una afirmación para medir la confianza de los consumidores en la calidad
de los alimentos adquiridos. Frente a la afirmación “Me dan desconfianza su
pureza” 29,7% contestaron que no era un problema en absoluto, 17,0% que es un problema,
pero no decisivo, 10,0% respondió absolutamente y el 43,2% respondió que no concordaba
con la afirmación.
Se le presentaron a
los encuestados una serie de afirmaciones respecto a por qué consumían este tipo
de productos y tenían que contestar: “no había reparado en ello”, “no es importante
para mí”, “me importa más o menos”, “me importa mucho”.
Tal como se había
percibido en las entrevistas, los beneficios para la salud y que los alimentos
agroecológicos sean productos de un circuito productivo alternativo basado en
el comercio justo y sin mano de obra asalariada son las dos características más
importantes para los consumidores.
Respecto a los
beneficios que traerían para la salud, el 93,6% contestó que le importaba mucho
que fueran más sanos y el 5,6% que le importaba más o menos. Sólo el 0,4% que
no había reparado en ello.
“¡Obvio que me importa que sean más sanos! Ese es el motivo principal.
Venir acá es todo un viaje y ni siquiera son más baratos, pero no quiero comer
las lechugas y los tomates de utilería lleno de químicos que te venden en los
supermercados o verdulerías del barrio”
(Carlos 58 años, empleado administrativo).
Cuando se afirmó,
que eran consumidos porque tienen un mejor sabor, 72,6% respondió que le importaba
mucho y 20,9% que le importaba más o menos; al 3,5% no le importaba y el 3,0%
no había reparado en ello. Respecto al aspecto, al 13,6% le importa mucho;
21,1% más o menos; 57,9% dice que no es importante y el 7,5% no había reparado
en ello.
“¡¿Por el aspecto?! ¡No! Ni siquiera creo que tengan un mejor aspecto. Si
mirás bien son más feos que los del súper, pero los
que compramos acá tenemos otras motivaciones: no compramos con los ojos. Nos
importa que sean sanos y sabrosos, no el aspecto”
(Patricia, arquitecta, 32 años).
Los alimentos agroecológicos,
como se mencionó con anterioridad, están asociados a un circuito de comercio
justo. Esto es una forma alternativa de comercio promovida por varias ONG, por
la Organización de las Naciones Unidas y por los movimientos sociales y políticos
que promueven una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores
en donde cada parte contempla las necesidades de la otra y acuerdan transacciones
que sean beneficiosas para ambas. El comercio justo es una iniciativa para
crear canales comerciales innovadores, dentro de los cuales la relación entre
las partes se orienta al logro del desarrollo sustentable y sostenible de la
oferta. Este tipo de circuito se orienta hacia el desarrollo integral, con
sustentabilidad económica, social y ambiental, respetando la idiosincrasia de
los pueblos, sus culturas, sus tradiciones y los derechos humanos básicos. Frente
a la afirmación que consumen porque es un tipo de circuito productivo más justo,
el 85,3% respondió que le importa mucho; el 8,6% que le importa más o menos; el
2,6% que no es importante y 3,4% de los respondientes que no había reparado en
ello.
“A mí, que sean el producto de un comercio justo es lo que más me
importa. También que sean más sanos, pero que sean anticapitalistas, por decirlo
de algún modo, es lo que hace que banque estas ferias. Sé que son más sanos,
pero no estoy segura de que nadie le eche ningún agroquímico… creo que los usan
menos y sólo en caso de necesidad, pero no me importa si alguna vez tienen que
meterle algo para no perder toda la producción. Si todos comprásemos productos
que no están hechos en base a la explotación del trabajo de otros viviríamos en
un mundo mejor”
(Camila, estudiante de letras, 28 años)
El precio de venta,
evidentemente, no es una variable determinante. En las entrevistas, e inclusive
en las encuestas, gran parte de los consumidores no creen que estos alimentos
sean más baratos. Frente a la afirmación de que los consumían porque eran más
baratos sólo el 13,3% respondió que les importaba mucho; 46,7% que les
importaba más o menos y el 40,0% que no era importante.
“¿Más baratos? Nooo… no son más baratos.
Compro porque son más sanos, más sabrosos… porque me gusta que los hagan
productores familiares y además venir acá es un paseo, pero no son más baratos.
Son más caros”
(Martina, pediatra, 31 años).
El consumo, a menudo,
está asociado con dimensiones queno están vinculadas
al valor de uso del producto en cuestión, esto se debe a que el hecho de
consumir es constitutivo de la identidad (NIÑO; VÁZQUEZ, 2019) En el caso de quienes
consumen productos agroecológicos se observa que hay un fuerte sesgo respecto a
la pertenencia política. La mayor parte de los consumidores de agroecológicos
suelen ser personas que se identifica con la izquierda y el progresismo. Esta
yuxtaposición entre ideología política y consumo de agroecológicos se explica por
la relación entre alimentos agroecológicos y circuitos de economía solidaria (GIRALDO,
2018; GONZÁLEZ VALLEJO, 2017; KARAGEUZIÁN, 2019; OREGGIONI; CARÁMBULA, 2019;
VELÁZQUEZ MUÑOZ; VARGAS CANCINO, 2019).
Podemos darnos una
buena noción del mapa político de los porteños a partir de los resultados de
las elecciones Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO) del 11 de
agosto de 2019 (una fecha muy cercana a la encuesta). Si consideramos las comunas
11 – 12 y 15 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que son las cercanas a La Feria,
Horacio Rodríguez Larreta, el candidato de Juntos por el Cambio (asociado a la
derecha y centro derecha) obtuvo en promedio el 45,25% de los votos. Si a Rodríguez
Larreta le sumamos los votos de Matías Tambolini, el
candidato por Consenso Federal, la derecha y centro derecha obtuvieron en estas
tres comunas el 53,4% de los votos. Mientras que los candidatos del centro izquierda
y la izquierda, Matías Lamens (Frente de Todos) y
Gabriel Solano (Fit Unidad) obtuvieron en promedio,
en esas tres comunas, el 36,24% de los votos. Si hacemos el mismo ejercicio, pero
en lugar de observar la intención a de voto a Jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires observamos los votos para presidente de la Nación los resultados
son que los candidatos de la derecha y centro derecha (Mauricio Macri, Roberto
Lavagna, José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión) obtuvieron el 57,42% de
los votos y la centro izquierda y la izquierda (Alberto Fernández y Nicolás del
Caño) obtuvieron 37,25% de los votos.
Los resultados respecto a la
identidad política de nuestra muestra, es que 92,3% de los encuestados son de izquierda,
centro izquierda (si consideramos en esta categoría a los que se declaran
radicales) o el 90,4% de los consumidores son de izquierda y centro izquierda
(si excluimos a los radicales de esta categoría).
O sea, mientras
alrededor del 35% de los votantes de los barrios aledaños a la Feria del
Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos
Aires votaron a los candidatos de la izquierda y centro izquierda, más del 90%
de quienes consumen en ella se identifican políticamente con este arco ideológico.
En las entrevistas,
se observó con frecuencia que quienes consumen productos agroecológicos
rechazan el consumo de productos de certificación orgánica.
“Consumir alimentos orgánicos es seguir y reforzar la lógica individualista
del capitalismo. Las certificadoras son empresas capitalistas, los consumidores
son ABC1… se produce con explotación de mano de obra y al ser las certificadoras
empresas privadas yo desconfío tanto o más que de la honestidad de los
productores de La Feria (a quienes uno termina conociendo personalmente).”
(Mirta, 34 años, instructora de yoga)
Esto corrobora la
hipótesis de que el consumo de productos agroecológicos está fuertemente
asociada a una visión política de tipo progresista.
CONCLUSIONES
El poder adquisitivo
de los compradores es levemente inferior al de la media de la ciudad de Buenos
Aires, pero su nivel de educación formal es claramente superior al de la media.
La compra de estos
alimentos se explica por dos tipos de motivos, uno asociados al valor de uso de
estos alimentos (son más más saludable y de mejor sabor) y el otro grupo de
motivos son los de tipo político-identitarios. Estos consumidores entienden que
el consumo es un acto militante en contra de una economía de mercado sostenida
en mano de obra asalariada y orientada a generar ganancias de los productores y
no a satisfacer necesidades de los consumidores. Que los alimentos agroecológicos
de la Feria del Productor al Consumidor en la Facultad de Agronomía de la
Universidad de Buenos Aires sean parte de un circuito de producción-consumo
basado en el comercio justo (con lógicas anticapitalistas) es uno de los motivos
primordiales para adquirir estos productos. Esto se desprende las entrevistas citadas
y se corrobora con el resultado de la encuesta. El 90% de quienes adquieren
alimentos en La Feria se identifican políticamente con la izquierda y la centro
izquierda.
REFERENCIAS
ANDRADE ORTIZ, D. y
FLORES, M. Consumo de productos orgánicos / agroecológicos en los hogares
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